Saga Civil War. Marvel deluxe.

 

    Civil War (en español Guerra Civil) es una historieta en forma de crossover, escrita por el guionista Mark Millar y dibujada por Steve McNiven. Fue publicado originalmente en los Estados Unidos de 2006 por la editorial Marvel Comics.

El crossover se desarrollada por siete álbumes siendo complementada con los distintos arcos argumentales de otras publicaciones habituales de Marvel (exceptuando las líneas Ultimate Marvel y MAX) como algunas que fueron creadas durante el transcurso del crossover.

La historia gira alrededor de un desastre, una explosión en la cual fallecen más de 600 personas en Stamford, Connecticut, provocada por Nitro, cuando mantenía una pelea con Namorita afueras de una escuela, mientras un camarógrafo filma la batalla; el villano utiliza su superpoder para generar una explosión que destruye casi toda la ciudad. Como respuesta, el Gobierno de los Estados Unidos promulga la "Ley de Registro de Superhumanos" obligando a que todos aquellos que posean superpoderes desvelen su identidad secreta y trabajen para las autoridades. Los superhéroes se dividen en dos facciones principales, a favor y en contra del Registro. Iron Man encabeza la postura favorable al registro, con el respaldo del Gobierno y la organización S.H.I.E.L.D., mientras que el Capitán América encabeza un movimiento de resistencia clandestino.

El crossover logró notoriedad fuera de los medios especializados en la historieta por dos sucesos que tuvieron lugar en el marco del mismo: la anulación de la identidad secreta de Spider-Man, y la muerte del Capitán América

 

 

La segunda vida de un clásico adaptada al cómic. “El extranjero” de Albert Camus

 

La novela gráfica lleva tiempo copando la escena en los países centrales de la geopolítica de la historieta: Estados Unidos, Francia, España, Italia, Japón. La categoría, a grandes rasgos, define a obras de cómic que tienen aspiraciones de “novela”, que persiguen una complejidad y una ambición narrativa más propia de la literatura con mayúsculas que de las tradicionales viñetas infantiles. Los ejemplos más famosos podrían ser obras como Maus, de Art Spiegelman, Persépolis, de Marjane Satrapi, y hasta nuestro El Eternauta, que fue novela gráfica incluso mucho antes de que se inventara la novela gráfica. 

Mientras tanto, la categoría se va abriendo paso por otras vertientes. Una de ellas es la que ha elegido transitar Editorial De la Flor en su colección Novela Gráfica, que viene sumando títulos desde finales de 2009. En este caso no se trata de autores de cómic dando vida a relatos de carácter novelesco, sino de adaptaciones al lenguaje de la historieta de obras fundamentales de la literatura. La colección se inició con Fahrenheit 451 y continuó con Los dueños de la Tierra, de David Viñas (adaptada por Juan Carlos Kreimer y con dibujos de Dante Ginevra), el Génesis (por el legendario mito del cómic underground, Robert Crumb), La invención de Morel, de Bioy Casares (por el francés Jean Pierre Mourey) y ahora le tocó el turno a El Extranjero, de Albert Camus. 

El riesgo de estas adaptaciones gráficas -me comentaba un librero amigo- es que para el entender de los más doctos sean comentadas como “literatura para principiantes”, en versiones ligeras y fáciles de metabolizar de grandes textos literarios y no permitan la difusión de la obra, ni la captación de noveles lectores.

Todos los libros que componen la colección no se detienen en la imitación del libro original, sino que lo toman como punto de partida para crear una obra completamente nueva, que puede leerse como un todo narrativo en sí mismo. Eso pasa especialmente con la versión de Fahrenheit 451, que, bajo la mirada del estadounidense Tim Hamilton, cobra un tono expresionista y alucinado totalmente diferente al registro plasmado originalmente por Ray Bradbury. 

Algo similar ocurre con El Extranjero, adaptado también por Kreimer y con dibujos de Julián Aron. “Es la historia de un hombre que, sin ninguna actitud heroica, acepta morir por la verdad”, dijo el propio Camus acerca de su obra. Y, en el cómic, Kreimer y Aron intentan captar esa condición de héroe trágico y oscuro, despojado de toda épica. Bajo el trazo de Aron, los personajes (Mersault y su pandilla) alcanzan un nivel altísimo de sordidez, irresistiblemente atractivas en su ruindad. Echando mano a la capacidad sintética del lenguaje de la historieta, el cómic revela con maestría el alma de Mersault, un tipo incapaz de asumir los gestos que reclama la teatralidad de la vida social: el dolor ante la muerte, la indignación frente a las injusticias. Y que sólo exige la libertad de no sentir nada.

 

 

Cómics

Nunca he hablado de Cómics y aunque no soy un grandísimo aficionado sí he leído alguno de los clásicos. Muchos de ellos los conservo en cajas, que es donde mejor están, y otros andan por las estanterías esperando ser revisados por la familia o por mi mismo. Aunque todavía leo algunos, cuando más los consumía y devoraba -no una sino varias veces-fue cuando era pequeño. Los recuerdo con mucho cariño y emoción por lo bien que me lo pasaba.

Muchos de estos cómics los intercambiaba en la escuela con otro compañero y era fascinante descubrir, comentar y compartir esas aventuras.

Conforme crecí me acerqué a otro tipo de cómic, lógicamente más adulto o con contenidos más especializados. De todos ellos el autor que más me ha impresionado es Will Eisner cuyo personaje más famoso es The Spirit. Me atrevería a decir que este detective con antifaz dibujado en los años 40 del siglo XX es accesible para los niños de más de 10 años de edad porque sus historias están llenas de aventuras, de pasiones y de ironía que los niños pueden apreciar. Sus dibujos son fantásticos y llenos de detalles. Conservo una reedición completa de este fantástico personaje hecho cine recientemente por otro autor, este más adulto sin duda, que es Frank Miller.

Ahora es más difícil que nuestros hijos descubran los cómics porque tienen mucho “ruido” alrededor que no les sugiere acercarse a estos productos como lo hicimos sus padres.

En casa mi hija ha visto los cómic que conservo, en sus cajas, y es consciente de lo que significan y lo que contienen: grandes dibujos, gestos expresivos, nubes donde leer las historias, las onomatopeyas, los colores, el lenguaje utilizado, los personajes… pero todavía no se ha atrevido a leer ninguno. Es cuestión de tiempo porque lo que sí ha hecho es dibujar y así encontrar un nexo entre padre e hijo y espero -como yo- en un futuro entre lector y libro.

 

LobeznoIron Man